Minibiografias de trabajadores y empresarios vizcainos

El valor de estas minibiografias laborales transcriptas a texto no reside en la información fehaciente y contrastada de los datos aportados por cada uno de los entrevistados sino obtener una base de datos que acumule recuerdos, sensaciones, apreciaciones e interpretaciones totalmente subjetivas de un pasado reciente visto por sus protagonistas desde un enfoque actual.
Para poder ir incrementando el número de testimonios, animo a cualquier persona que quiere trasladar sus vivencias laborales durante este periodo a esta página































EUSKALDUNA,S.A.

Me llamo Joan Castells y nací en Barcelona en 1914. Tuve que empezar a ayudar a mi madre porque me quedé huérfano de padre. Llegué a Vizcaya en 1928. A mi padre le mataron en 1917 en la huelga de las ocho horas que se realizó en Barcelona. Con 14 años vine a Sodupe a casa de un familiar de mi madre. Por mediación de estos parientes pude entrar a trabajar en la fábrica La Conchita de Sodupe. En el año 1934 tuve que ir a la mili. Me enviaron a la Marina de Guerra, al acorazado Jaime I. Estando de permiso en Sodupe estalló la Guerra Civil española. Al estallar la guerra me incorporé en un Batallón de la UGT. Al haber estado en la Marina nos dejaron a la espera de incorporarnos a los Bous que estaba artillando el Gobierno Vasco. A la espera de ser llamado y estando como delegado de la UGT comencé a trabajar de nuevo en La Conchita. Era verano y las condiciones de salubridad eran pésimas. El yute de la fábrica produce un polvillo que tarde o temprano te ocasiona la enfermedad de silicosis. Para denunciar aquello organizamos una huelga quejándonos de las condiciones de higiene. Cuando subimos a las oficinas a reclamar, el cabrón del ingeniero nos dijo,<...usted sabe que el yute trabaja en húmedo y si abren ustedes los bastidores se seca el yute y no se puede fabricar..>, y yo le dije, <... si usted no abre las ventanas los que se van a secar serán los obreros >. Con ésto, me largué y siguió la huelga. Al poco tiempo me llamaron para incorporarme al frente. En la retirada de Elorrio caí herido y me enviaron al Hospital de Basurto y de allí a Valdecilla en Santander. Tenía todo el cuerpo paralizado. Vinieron conmigo mi madre y mi hermana, y ellas me evacuaron a Ribadesella. Cuando acabó la guerra a mi hermana por ser roja le ocurrió lo mismo que a mí. Nos enviaron a los dos a la cárcel. A ella, a la cárcel de mujeres. Al salir de la cárcel mi hermana comenzó a trabajar en casa de unos señores en la calle Elcano. El señor de la casa era accionista de Euskalduna. Cuando salí de la cárcel mi hermana me encontró trabajo en esta empresa. Le pidió al señor de la casa que me diese trabajo. Fui con él en coche hasta la fábrica, y éste le pidió al gerente que me colocaran en algún puesto. Como había sido marino me contrataron.
Me colocaron para trabajar en el cierre de los tanques. La jornada era de ocho horas pero teníamos que meter dos horas para ganar algo más. Empecé ganando nueve pesetas cincuentas céntimos al día. No se pagaban los domingos ni los días festivos. Yo vivía en el barrio de Irala e iba hasta el Astillero andando. Tuve opciones de poder cambiar a La Naval, pero para qué, además la fábrica estaba más lejos. Los jornales eran míseros. También tuve ocasión de entrar en Firestone y en la Harino Panadera, pero no me marché.
Durante la Dictadura de Franco pertenecí a la UGT en clandestino. Cuando aquello lo único que hacíamos era boicotear al Régimen. Eran movimientos subversivos. Una día a los obreros nos quitaron las dos horas extraordinarias y a los empleados les pusieron dos pagas. Con aquel pretexto nos fuimos a la huelga. Cuando aquello estaba de obispo en Bilbao un tal Morcillo que denunció el caso de como nos habían dejado sin las horas. Se examinó la cuestión y la empresa readmitió a los despedidos y ganamos la partida. Fue la única vez que el obispo nos sacó la cara. Posteriormente, hubo más huelgas. Entre ellas estaban las que se hicieron los primeros de mayo durante los años 1941-1944. Con el franquismo floreciente, aquellas huelgas se hicieron con dos pelotas. Hubo despedidos, deportados a Palma de Mallorca, Valencia,....Todo ésto, porque había chivatazos. En estas redadas no caí, pero si cayeron amigos míos. Cuando aquello se organizaba con la consigna <....mañana no se trabaja, ..... venid y coged la chapa pero no se trabaja ...>. En la fábrica había confidentes. No tenían un puesto concreto, estaban en la Enfermería, en la Oficina, pero su misión era controlar a la gente.
La fábrica tenía entre unos mil o dos mil obreros. Durante la Segunda Guerra Mundial se trabajó a tope. Cuando comencé a trabajar se estaba construyendo el Calvo Sotelo. En los años cuarenta había trabajo a tope.
Posteriormente, en los años setenta, vinieron años malos. Cuando no había trabajo en un barco nos mandaban al barco-depósito. En este barco había veces que se alcanzaron los quinientos tíos, todo ellos sentados sin trabajar. Comenzó a haber exceso de personal, pero en las demás empresas pasaba lo mismo.
Se construyeron barcos para Argentina, Méjico y Japón. Además de construirse barcos también se hacían reparaciones. Cada dos años se hacía un barco nuevo. Se reparaban barcos de la compañía Transatlántica, Pinillos, Mediterranea, y otras.Se construía para todos los sitios.Para Argentina se construyó una flotilla.
La chapa se la comprábamos a Altos Hornos. Fabricando barcos además de Euskalduna estaba La Naval de Sestao que tenía unas instalaciones mejores que las nuestras. Había veces que se mandaban barcos desde Euskalduna a La Naval para ser terminados. La Naval producía más y tenía más grúas. En general estaba mejor montada que nosotros. Ellos para montar un barco utilizaban cuatro grúas y nosotros dos.
En cuanto a la dirección yo recuerdo a Elisardo Bilbao, un director muy bueno. También recuerdo en la dirección a Elías de Santa Ana y un tal Pombo. Este último era un ingeniero que se opuso al Consejo de Administración diciendo que había que acordarse del obrero. Y en ésto, Elías al que le llamábamos "el pájaro negro", le dijo a Pombo, <..luego les cortas las orejas tú..>. Después de Elisardo estuvo un tal Castellanos.

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