Minibiografias de trabajadores y empresarios vizcainos

El valor de estas minibiografias laborales transcriptas a texto no reside en la información fehaciente y contrastada de los datos aportados por cada uno de los entrevistados sino obtener una base de datos que acumule recuerdos, sensaciones, apreciaciones e interpretaciones totalmente subjetivas de un pasado reciente visto por sus protagonistas desde un enfoque actual.
Para poder ir incrementando el número de testimonios, animo a cualquier persona que quiere trasladar sus vivencias laborales durante este periodo a esta página































GENERAL ELECTRICA ESPAÑOLA, S.A.


Me llamo Constantino Perea y nací en un pueblo de Burgos el 11 de febrero de 1925. En aquellos años no estudié nada, únicamente los estudios primarios. Vine a Vizcaya a trabajar y entré en la empresa Comercial de Electricidad. Estuve un año. Luego pasé a la empresa Fibra de Vidrio. Tampoco resultó y cambié de nuevo. Me fui en 1964 a General Eléctrica Española. Conseguí entrar por mediación de una persona que me conocía.
Comencé a trabajar en el taller de montaje de motores y alternadores con un sueldo de 4.000 pesetas al mes. Con el tiempo me pusieron de oficial de tercera. La fábrica estaba en Galindo y tenía una plantilla de 5.000 trabajadores. Se dedicaba a la fabricación y reparación de motores. Cuando entré, uno de los principales trabajos era para el Metro de Madrid. Uno de nuestros principales clientes era Iberduero.
Esta empresa estaba relacionada o creo que pertenecía a la Babcock Wilcox. Desde allí nos mandaban la chapa y la carcasa para el montaje de los motores. En la General se hacía desde el motor para una máquina de afeitar hasta el más grande que puedas imaginar. Teníamos mucho trabajo, había épocas en que no teníamos suficiente potencia de luz y poníamos en funcionamiento nuestros propios generadores para no tener que parar la producción.
En Vizcaya éramos el principal fabricante de motores. Creo que únicamente había una pequeña empresa en la ribera de Deusto, llamada Elorriaga Industria Eléctrica en la que trabajaban unos doscientos operarios.
Cuando entré a trabajar los dueños habían pasado a ser los americanos, estos últimos habían comprado la mayoría de las acciones. En cuanto a la maquinaria casi toda era de procedencia alemana. Esta empresa funcionaba muy bien pero fueron los americanos los que la hundieron. Los directivos americanos iban y venían, pero en la fábrica el que mandaba era un tal Linares, descendiente de Sopuerta. Otro de los directivos era el ingeniero Julián San Sebastián.
Era una empresa en la que se trabajaba todo bajo pedido, no teníamos prácticamente stocks. Además de los clientes nacionales teníamos bastantes clientes en Latinoamérica.

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